La economía de China tuvo un comienzo sólido en 2017. El crecimiento de la inversión en AF repuntó, con la inversión del sector privado en un máximo anual. Y aunque la caída de las ventas de automóviles llevó las cifras de crecimiento de las ventas minoristas a menos de 10% por primera vez desde 2003, el crecimiento minorista sin las ventas de automóviles fue sólido en 10.6% interanual.

¿Significa esto que China se está recuperando o las cifras sólidas reflejan la política expansiva del año pasado? De cualquier manera, hay vientos en contra que podrían afectar la longevidad de este cambio.

1) Disminución de las reservas de divisas
Las reservas de divisas de China finalmente aumentaron en febrero después de meses de declive mientras el banco central intentaba estabilizar el debilitamiento del yuan. Pero con la subida de tipos de la Fed, Yuan podría volver a estar bajo presión. Podría haber nuevas salidas de capital, lo que afectaría la capacidad de China para hacer frente a las crisis externas.

2) Una posible guerra comercial con EE. UU.
En el futuro, persisten las amenazas de imposición de aranceles y de ser calificado de manipulador de divisas por parte de Estados Unidos. La postura proteccionista de Trump podría amenazar una guerra comercial e impactar la recuperación de China.

3) Alto apalancamiento
Para mantener el crecimiento del PIB en 6.5% o más en 2017, el primer ministro chino Li ha prometido una expansión crediticia de 12%. Esto significa que la deuda seguirá aumentando mucho más rápido que la producción y la economía seguirá estando muy apalancada en 2017. Este desajuste en la deuda y el crecimiento del PIB podría llevar a una mala asignación de recursos a sectores no productivos, lo que afectaría la productividad a largo plazo.

Pero a pesar de estos riesgos, hay acuerdo en una cosa: las alentadoras cifras de 2017 han disipado los temores de un aterrizaje forzoso, ¡al menos por ahora!

 

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